Meditar es una acción
Comenzamos la meditación poniéndonos en situación existencial, y luego proyectándonos hacia el futuro con una aspiración.
¿Por qué meditamos? El término «meditar» es un verbo. Por lo tanto, meditar es una acción. Como todas las acciones, la meditación se define en vista a la intención que la promueve.
La efectividad de la práctica depende del modo en el que definimos por qué meditamos.
Tres niveles de motivación:
El nivel más básico es el anhelo y propósito de cultivar una actitud emocional equilibrada.
El nivel intermedio lo alcanzamos cuando comprendemos que estamos cautivos por las pulsiones emocionales y los hábitos, y queremos ser enteramente libres de nuestras tendencias destructivas.
El nivel más profundo de la práctica ocurre cuando se realiza con un sentido de responsabilidad universal. No meditamos exclusivamente por nuestro bienestar y libertad. Al tomar conciencia que somos seres ineludiblemente relacionales, interdependientes, hacemos nuestra práctica para el bienestar de todos. Nuestra vida es siempre una vida con los otros. O, para decirlo de otro modo: los otros no son un accidente en nuestra vida, sino la condición de posibilidad de lo que somos.